Querido lector, lo que voy a contarte realmente me pasó a mí. Estaba postrado en cama y sin aliento. La vida poco a poco iba saliendo de mi débil cuerpo.
Mi asistente me decía continuamente palabras de simpatía. Entonces de repente escuché una voz que salía de la nada y me decía lo siguiente:
No estas enfermo. Empieza a confesar que no estás enfermo. Dile al Diablo que no pagarás el precio porque Jesucristo ya pagó el precio.
Informa a Satanás que por las heridas de Jesús fuiste sanado. Comienza a reprender al espíritu de muerte e invita al espíritu de vida.
Entonces la voz celestial desapareció abruptamente, tal como había llegado.
Puse en práctica lo que me dijo la voz celestial.
Tan pronto como la voz celestial dejó de hablarme, obedecí y comencé a decir en voz alta estas palabras:
Diablo, eres un mentiroso. Quieres que crea que estoy gravemente enfermo. ¡No estoy nada enfermo!
¡Satanás, no pagaré el precio del sufrimiento porque Jesucristo ya pagó ese precio en la cruz!
Reprendo toda enfermedad dentro de mi cuerpo. Sal de mi cuerpo. ¡Por las heridas de Jesús fui sanado!
¡En el nombre de Jesús te ordeno espíritu de muerte que me dejes! Alejarse de mí. Invito al espíritu de vida a entrar en mi cuerpo.
Ya no estoy enfermo. ¡Jesucristo me ha sanado completamente!
Está escrito que mi cuerpo es templo de Dios. Padre Celestial, ven y habita dentro de mi cuerpo.
La palabra escrita de Dios dice que mi cuerpo es templo del Espíritu Santo. Espíritu Santo ven y habita en mi cuerpo.
¡Estaba totalmente curado!
Después de hacer estas confesiones por fe, mi vida cambió para mejor. De repente mi cuerpo se llenó de energía.
Todo el dolor desapareció y mi respiración normal se restableció. Todo en mi vida ha vuelto a la normalidad. Ya no necesitaba compañía porque ahora podía caminar sin ayuda.
¡Alabado sea el Señor!
La curación de Dios llega cuando empiezas a decir estas palabras.
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