Estimado lector, puede que le resulte difícil de creer, pero es la verdad. La puerta al cielo tiene sensores divinos que detectan un corazón que perdona. Cuando perdonas a alguien, la puerta del cielo se abre automáticamente para que entres.
La ira cierra la puerta al cielo.
Más bien, nuestro Padre Celestial programó la puerta del cielo para detectar la ira. Esta puerta se cerrará automáticamente cuando se acerque una persona enfadada.
La ira es tan peligrosa que el Padre Celestial nos dijo que nunca nos acostáramos enojados.
Escuche lo que dice la palabra escrita de Dios en Efesios 4:26-27:
Si se enojan, no pequen; que el enojo no les dure todo el día. No le den oportunidad al diablo.
La ira cierra la puerta a muchas bendiciones.
Si continúa albergando ira en su corazón, cerrará las puertas a muchas bendiciones en su vida diaria. En lugar de avanzar hacia la prosperidad, la ira te hará retroceder hacia la pobreza y el estancamiento.
Concéntrate siempre en entrar al cielo.
De hecho, nunca debes distraerte con los obstáculos terrenales. Su tiempo en el planeta Tierra es demasiado pequeño en comparación con la vida eterna que pasará con nuestro Padre Celestial, Jesucristo, el Espíritu Santo, los ángeles celestiales y todos los santos en el cielo.
Es por eso que debes ser rápido en perdonar porque esta acción te abrirá la puerta a la paz y la vida eterna.
Ata y desecha el espíritu de ira.
La ira es un espíritu maligno. Si le resulta difícil perdonar, sepa que el espíritu maligno de la ira está dentro de su cuerpo.
Puedes expulsar el espíritu de ira de tu cuerpo colocando ambas manos sobre tu cabeza y diciendo estas palabras:
“Escrito está que mi cuerpo es templo de Dios.
Por lo tanto, mi cuerpo no es un templo para los demonios.
En el nombre de Jesucristo te ato espíritu de ira,
y te ordeno que abandones mi cuerpo ahora mismo.
Te ordeno que vayas al abismo sin fondo, donde permanecerás
hasta el día del juicio de Dios.
Espíritu Santo,
de aquí en adelante,
Te invito a que vengas y te quedes permanentemente en mi cuerpo.
En el nombre de Jesús oro.
Amén.”
Ten por seguro que después de esa oración sentirás mucha paz, vida nueva y perdón en tu corazón.
Perdonar a alguien abre la puerta al cielo.
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