Por Makko Musagara
Mal en el dolor repentino.
Esté siempre atento a las reacciones de su cuerpo. Según mis experiencias, he observado que los dolores repentinos no suelen ser causados por fuerzas físicas. Generalmente son causados por fuerzas espirituales malignas. Su cuerpo puede estar reaccionando a un ataque repentino de un espíritu maligno. Esta publicación explica por qué puede haber maldad en el dolor repentino y cómo superarlo.
La Biblia nos informa claramente que nuestra guerra no es contra entidades físicas, sino contra fuerzas espirituales que siempre quieren hacernos daño.
«Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales.» Efesios 6:12
Satanás siempre quiere controlar a los cristianos desplegando demonios para que entren en nuestros cuerpos. Son estos demonios los que causan enfermedades, dolencias corporales, cambios en el estado de ánimo de las personas, ira, amargura, miedo, preocupación, odio y muerte.
Reza inmediatamente
Cuando sienta un dolor repentino, le aconsejo que ore inmediatamente siguiendo estos pasos:
1. reclamar la sangre de Jesús en las palmas de las manos.
2. Mantenga ambas manos en la parte superior de su cabeza.
3. Ate el espíritu maligno que ha entrado en su cuerpo. «Está escrito que todo lo que atemos en la tierra, será atado en el cielo. Yo ato espíritus malignos en el Nombre de Jesús«.
4. Echa los espíritus atados fuera de tu cuerpo. «Está escrito que mi cuerpo es el templo de Dios. Mi cuerpo no es un templo de espíritus malignos. Por lo tanto, les ordeno a los demonios que abandonen mi cuerpo ahora mismo. Los arrojo al Abismo«.
5. Invite al Espíritu Santo a que venga y more dentro de su cuerpo. «Está escrito que mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6: 19). Espíritu Santo, te invito a que vengas y habites dentro de mi cuerpo»
6. Invite a Dios el Padre a que venga y more dentro de su cuerpo. «Está escrito que mi cuerpo es templo de Dios (1 Corintios 3:16) Padre, ven y habita dentro de mi cuerpo«.
7. Cúbrase siempre con la Sangre de Jesús. Esto evitará más ataques demoníacos.