Estimado lector, si tiene ganas de rendirse debido a los ataques demoníacos, primero escuche esto. El diablo tenía tanto miedo del sacrificio planeado de Jesucristo en la cruz que movilizó el ataque más poderoso jamás contra Jesús.
La fuerza espiritual atacante fue tan grande que puedes darle cualquier número alto que quieras. Incluso podría haber sido superior a los seis millones señalados en este artículo.
Jesús estaba bajo tanto ataque demoníaco y opresión que sintió deseos de renunciar a su misión divina.
Satanás eligió su mejor ejército.
El diablo escogió su mejor ejército de principados, gobernantes y autoridades de las tinieblas para atacar a Jesús disuadiéndolo de morir en la cruz.
Le dijeron a Jesús así:
Tu muerte no cambiará nada.
Es mejor rendirse, que sufrir sin ganar nada.
Jesús sintió la intensidad de este ataque espiritual.
Mientras se preparaba para orar, Jesucristo sintió la intensidad de este ataque espiritual al sentirse profundamente angustiado y turbado, como se indica en este versículo de la Biblia:
Tomó* con Él a Pedro, a Jacobo[a] y a Juan,
y comenzó a afligirse y a angustiarse mucho.
Jesús sintió deseos de darse por vencido.
Durante este ataque, Jesucristo pensó en la tortura, la humillación y el dolor físico que estaba a punto de enfrentar. Se sintió convencido de que debía renunciar a la misión de sacrificar su vida en la cruz.
Escuche lo que dijo Jesucristo:
Adelantándose un poco,
se postró[a] en tierra y oraba que si fuera posible,
pasara de Él aquella[b] hora.
Y decía: «¡Abba, Padre! Para Ti todas las cosas son posibles;
aparta de Mí esta copa, pero no sea lo que Yo quiero, sino lo que Tú quieras».
Marcos 14:35-36
Jesucristo usó el arma de la oración.
Todavía quedaba un arma en las manos de Jesús para contraatacar al ejército de Satanás. Era el arma de la oración, y la usó para derrotar a esta gran fuerza demoníaca atacante. Como resultado de esta arma, el alma de Jesús se fortaleció y su fe en pagar el precio de nuestros pecados se elevó.
La fuerza satánica de seis millones que atacó a Jesucristo.
Deja una respuesta