Querido lector, acostúmbrate a leer regularmente este Salmo que estoy a punto de mostrarte. Si sigues mi consejo, con el tiempo el Padre Celestial lavará toda la vergüenza que ha habido en tu vida.
Jesucristo recitó este Salmo (comparar Lucas 23:46 con Salmo 31:5) mientras sufría la vergüenza de ser colgado en la cruz. Como resultado, el Padre Celestial quitó toda su vergüenza al exaltar su nombre sobre todos los nombres en la tierra y en el cielo.
De manera similar, cada vez que David estaba a punto de enfrentar la vergüenza de la derrota, recitaba este Salmo y, como resultado, Dios siempre le dio la victoria y le quitó toda la vergüenza.
¿Qué es este Salmo?
El himno sagrado del que estoy hablando es en realidad el Salmo 31. Las siguientes cosas sucederán en tu vida si regularmente lees este Salmo en voz alta a nuestro Padre Celestial.
Dios se convertirá en tu refugio.
Inclina a mí tu oído,
líbrame pronto.
¡Sé tú mi roca fuerte
y la fortaleza para salvarme!
Salmos 31:2
El Padre Celestial quitará toda tu vergüenza.
En ti, oh Señor, me refugio;
jamás sea yo avergonzado;
líbrame en tu justicia.
Salmos 31:1
Jesucristo quitará todas las trampas que el enemigo te ponga delante.
Me sacarás de la red que en secreto me han tendido;
porque tú eres mi refugio[a].
Salmos 31:4
La luz de Dios brillará sobre ti.
Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo;
sálvame en tu misericordia.
Oh Señor, no sea yo avergonzado, porque a ti clamo;
sean avergonzados los impíos; que desciendan en silencio al Seol[a].
Salmos 31:16-17
El cielo te colmará de abundantes favores y bendiciones.
Cuán grande es tu bondad,
que atesoras para los que te temen,
y que a la vista de la gente derramas
sobre los que en ti se refugian.
Dios te mostrará las maravillas de su amor.
Bendito sea el Señor,
pues mostró su gran amor por mí
cuando me hallaba en una ciudad sitiada.
22 En mi confusión llegué a decir:
«¡He sido arrojado de tu presencia!»
Pero tú oíste mi voz suplicante
cuando te pedí que me ayudaras.
Salmos 31:21-22
Este Salmo quitará toda tu vergüenza.
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