Nuestro Señor Jesucristo desea revelar este secreto a todos los siervos de Dios. Si Dios te usa para orar por alguien en necesidad, y luego sigues diciéndole a la gente que oraste por esa persona, entonces nunca serás bendecido en el cielo.
Siervos de Dios que buscan la gloria mundana.
Muchos siervos de Dios se hacen públicos porque quieren ser reconocidos por el mundo como personas espiritualmente poderosas, pero es Dios nuestro Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo quienes merecen esa gloria.
Esto es lo que hizo Jesucristo.
Durante su ministerio en la tierra, nuestro Padre Celestial usó a Jesucristo para realizar muchos milagros, pero en ningún momento Jesús se movió mencionando a las personas por las que oraba.
Como se indica en los siguientes versículos de la Biblia, nuestro Señor Jesús odiaba la publicidad porque no quería perder sus recompensas celestiales.
Un leproso vino* rogando a Jesús, y arrodillándose, le dijo[a]:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Movido a compasión, extendiendo Jesús la mano, lo tocó y le dijo*:
«Quiero; sé limpio».
Al instante la lepra lo dejó y quedó limpio.
Entonces Jesús lo despidió enseguida amonestándole severamente:
«Mira», le dijo*, «no digas nada a nadie, sino ve,
muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo que Moisés ordenó, para testimonio a ellos».
Hay muchos ejemplos en la Biblia en los que Jesucristo nunca quiso que el público supiera que había orado por alguien (ver Lucas 8:56, Marcos 7:32-36, Mateo 16:20, Mateo 17:9, Marcos 3:12 ).
Recibes tus recompensas en su totalidad.
Cuando haces público acerca de la persona por la que has orado en secreto, entonces recibes todas tus recompensas en su totalidad aquí en la tierra. Dios nuestro Padre nunca te recompensará en el cielo.
Cada bendición que hubieras recibido en el cielo viene dentro de la publicidad y el reconocimiento que obtienes en la tierra (ver Mateo 6:5 y Mateo 6:16).
No le digas a otras personas.
Esto es lo que dijo Jesucristo:
»Cuídense de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos;
de otra manera no tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos.
Las ofrendas
»Por eso, cuando des limosna[a], no toques trompeta delante de ti,
como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres.
En verdad les digo que ya han recibido su recompensa.
Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha,
para que tu limosna[b] sea en secreto;
y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
El peligro de jactarse de haber orado por alguien.
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