Querido lector, el poder de la presencia de Dios ahuyenta al diablo. Por lo tanto, donde Dios está ausente, Satanás siempre está presente.
La presencia de Dios ahuyenta a Satanás y al mal.
Primero, necesitas la presencia de Dios para ahuyentar el mal y a Satanás. De hecho, la presencia de Dios siempre debe ser nuestro refugio.
Escucha lo que dice la palabra escrita de Dios en el Salmo 31:20:
¡Cuán grande es tu bondad!
La reservas para los que te temen,
y a la vista de la gente la derramas
sobre los que en ti se refugian.
20 Al amparo de tu presencia los proteges
de las intrigas humanas;
en tu morada los resguardas
de las lenguas contenciosas.
Salmos 31:19-20
La oración invita a Dios y ahuyenta a Satanás.
En segundo lugar, si deseas invitar la presencia de Dios, debes considerar orar. Es la presencia de Dios la que ahuyenta a Satanás. Por lo tanto, el diablo siempre está presente donde no hay oración.
Adorar a nuestro Padre Celestial, Jesucristo, y al Espíritu Santo.
En tercer lugar, si deseas invitar la presencia de Dios, considera adorar a nuestro Padre Celestial, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo. Por lo tanto, un lugar donde no se adora a nuestro Padre Celestial, Jesucristo, ni al Espíritu Santo, puede ser un refugio seguro para Satanás.
La santidad invita a Dios y ahuyenta a Satanás.
Además, debes abrazar la santidad para invitar la presencia de Dios. De hecho, la santidad invita a Dios y ahuyenta a Satanás. Por el contrario, invitas a Satanás cuando abrazas el pecado. Por lo tanto, Satanás siempre está presente donde hay pecado.
Siempre invita a la venida del reino de Dios.
En conclusión, como dice el Padre Nuestro, debemos siempre invitar al Reino de Dios dondequiera que vayamos. Si lo hacemos constantemente, Satanás no tendrá adónde ir.
