
Querido lector, ¿te encuentras en una situación difícil? Este artículo te muestra que Dios puede salvarte de tu difícil situación.
La situación de Pedro era peor que la tuya.
Para empezar, antes de centrarte en tu situación, piensa en lo que enfrentaba el apóstol Pedro (lee Hechos 12:1-19).
Primero, fue arrestado por el rey Herodes y encarcelado en una prisión militar fuertemente fortificada con una puerta de seguridad. Segundo, fue encadenado con dos fuertes cadenas, en lugar de una.
Tercero, en esta prisión, Pedro estaba estrechamente vigilado por 16 soldados fuertemente armados. Cuarto, cuando llegaba la hora de dormir, Pedro tenía que dormir entre dos soldados hasta la mañana. En otras palabras, era imposible, incluso inimaginable, que Pedro escapara de esta prisión.
Dios hizo lo imposible por Pedro.
A pesar de todas las medidas de seguridad mencionadas, Dios envió un ángel que milagrosamente salvó a Pedro de este encarcelamiento insoportable y cruel.
Escucha lo que sucedió:
6 La misma noche en que Herodes estaba a punto de sacar a Pedro para someterlo a juicio, este dormía entre dos soldados, sujeto con dos cadenas. Unos guardias vigilaban la entrada de la cárcel. 7 De repente apareció un ángel del Señor y una luz resplandeció en la celda. Despertó a Pedro con unas palmadas en el costado y le dijo: «¡Date prisa, levántate!». Las cadenas cayeron de las manos de Pedro. 8 Dijo además el ángel: «Vístete y cálzate las sandalias». Así lo hizo y el ángel añadió: «Échate la capa encima y sígueme».
9 Pedro salió tras él, pero no sabía si realmente estaba sucediendo lo que el ángel hacía. Le parecía que se trataba de una visión. 10 Pasaron por la primera y la segunda guardia y llegaron al portón de hierro que daba a la ciudad. El portón se abrió por sí solo y salieron. Caminaron unas cuadras y de repente el ángel lo dejó solo.
11 Entonces Pedro volvió en sí y se dijo: «Ahora estoy completamente seguro de que el Señor ha enviado a su ángel para librarme del poder de Herodes y de todo lo que el pueblo judío esperaba».
Hechos 12:6-11
Conclusión
En conclusión, Dios nunca ha cambiado. Si salvó a Pedro de este difícil encarcelamiento, seguramente te salvará a ti también.