Querido lector, tengo buenas noticias para quien tenga sed espiritual. El que bebe del agua que Jesús da, no tendrá sed jamás.
Jesucristo es el agua espiritual.
En primer lugar, nuestro Señor Jesucristo representa el alimento espiritual y la vida eterna que ofrece. Esta agua espiritual contrasta con el agua física, que solo proporciona satisfacción temporal.
Escuche lo que dijo Jesucristo:
13 —Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—, 14 pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.
Juan 4:13-14
El agua viva es en realidad el Espíritu Santo.
En segundo lugar, nuestro Señor Jesús usa la metáfora del agua viva para describir al Espíritu Santo y la vida espiritual que proviene de una relación con él. El Espíritu Santo nutre a los creyentes y les brinda una satisfacción profunda y duradera que el agua física no puede.
El agua viva se asocia con la vida eterna.
En tercer lugar, el agua viva se asocia con la vida eterna, lo que representa la relación espiritual y transformadora que Jesús ofrece.
Contraste con el agua física.
Además, existe una gran diferencia entre el agua física y el agua que nuestro Señor Jesucristo provee. El agua física proporciona un alivio temporal de la sed, mientras que el agua viva ofrece una vida espiritual permanente y satisfactoria.
Te convertirás en una fuente de vida.
Nuestro Señor Jesucristo invita a todo aquel que tenga sed a venir a él y beber de esta agua viva, prometiendo que se convertirá en un manantial de vida dentro de él.
Escuche lo que dice Jesucristo:
37 En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó:
—¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! 38 De aquel que cree en mí, como dice[a] la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva.
Juan 7:37-38
