Querido lector, muchos cristianos pronto descubrirán que entrar al cielo no es tan fácil como pensaban. Aquí hay 7 señales de que el cielo puede abrirte sus puertas.
Odiar el pecado.
Para empezar, si odias el pecado en todas sus formas, entonces el cielo puede abrirte sus puertas, porque ninguna persona pecadora entrará al cielo.
Complacer a nuestro Padre Celestial, Jesucristo y al Espíritu Santo.
Segundo, si trabajas para complacer a nuestro Padre Celestial, Jesucristo y al Espíritu Santo, entonces el cielo puede abrirte sus puertas. Toda persona que agrade a Dios entrará al cielo.
Perdonar a tus enemigos.
Tercero, si has llegado al nivel de perdonar a tus enemigos, o a quienes te han tratado mal, el cielo puede abrirte sus puertas.
Escucha lo que dijo nuestro Señor Jesucristo:
14 »Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial.
Mateo 6:14
Vivir una vida de arrepentimiento.
Además, si vives una vida de verdadero arrepentimiento y crees que nuestro Padre Celestial te ha perdonado tus pecados, entonces el Cielo puede abrirte sus puertas.
Pon tu vida en orden constantemente.
Además, si pones tu vida en orden constantemente (2 Reyes 20:1), andando en santidad, sabiendo que nuestro Padre Celestial puede llamarte de regreso de la tierra en cualquier momento, entonces el Cielo puede abrirte sus puertas.
No hay acusación de Satanás.
Además, si crees que Satanás no tiene acusación contra ti, entonces el cielo está listo para abrirte sus puertas. Muchos cristianos no han podido entrar al cielo debido a las acusaciones de Satanás en las puertas del Cielo.
Enfocándote en el juicio de Dios.
En séptimo lugar, si te enfocas en el juicio de Dios, sabiendo que Él juzgará todas nuestras malas intenciones, y decides hacer lo correcto, entonces te has convertido en un amigo del cielo.
Escucha lo que dice la palabra escrita de Dios:
El fin de este asunto
es que ya se ha escuchado todo.
Teme a Dios y cumple sus mandamientos,
porque esto es todo para el hombre.
14 Pues Dios juzgará toda obra,
buena o mala,
aun la realizada en secreto.
Eclesiastés 12:13-14