7 peligros de celos y envidia.
Por Makko Musagara
Los celos y la envidia son espíritus malignos muy peligrosos. Si permite que estos espíritus entren en su corazón, pueden tener los siguientes siete efectos secundarios en su vida.
Los celos y la envidia expulsarán la presencia de Dios de tu vida.
El Espíritu Santo se apartará de ti como fue el caso del rey Saúl cuando envidiaba a David.
Estos espíritus abrirán puertas para que otros espíritus malignos te ataquen.
Estos dos espíritus pueden abrir puertas para que la enfermedad te ataque.
Los celos y la envidia pueden invitar fácilmente al asesinato del espíritu a su corazón, como fue el caso de Caín.
Los celos y la envidia obstaculizarán tu progreso y bendiciones.
Si mueres sin arrepentirte del pecado de los celos y la envidia, puedes terminar en el infierno.
Si eres mujer, el espíritu de celos puede conducir a la esterilidad o períodos continuos.
Si confiesas ser cristiano y albergas celos en tu corazón, no puedes rezar de manera efectiva.
Satanás obstruirá tus oraciones y es posible que Dios no las escuche.
Los celos y la envidia conducirán al infierno.
Si no cambias, Dios bendecirá más a la persona que envidias.
Así es como puede revertir la situación.
Arrepiéntete ahora de este pecado y pídele a Dios que te perdone mientras comienzas una nueva vida. Reemplace los celos o la envidia con amor y oración por aquellos de quienes ha tenido envidia. Si haces esto, Dios te bendecirá abundantemente y serás liberado.
Después de la Oración del Señor, ore como se indica a continuación para deshacerse de los celos y la envidia:
“Padre, vengo a ti en el nombre de Jesús.
Está escrito que mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo.
Mi cuerpo no es un templo para los celos o la envidia.
Está escrito que todo lo que atamos en la tierra estará atado en el Cielo.
Te ato espíritus de celos y envidia y te arrojo al abismo sin fondo.
Nunca vuelvas a mi cuerpo otra vez.
Espíritu Santo para venir y morar dentro de mi cuerpo, espíritu y alma
Gracias Señor. Gracias Jesús. Gracias Espíritu Santo
Amén”
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